Desgraciadamente, Giorgio Melchiori, algo así como el Luis Astrana Marín italiano, no va a poder disfrutar de "La tempestad" de Voadora puesto que falleció hace seis años, pero para todos aquellos interesados tanto en la obra de Shakespeare como en sus adaptaciones al teatro, transcribo un párrafo de su introducción de "La tempestad" publicada en ediciones Cátedra, ya que, en mi opinión, Voadora podría incluirlo perfectamente en uno de sus programas de mano:
Cuatro años después, en la más memorable y densa de significados de las Tempestades que yo haya visto, la de Strehler, la corte era la de Próspero, antes que la de Jacobo I, y tanto era así que el típico espectáculo de corte, la 'masque' del cuarto acto, había desaparecido. Una corte que, estoy seguro, el propio Shakespeare habría aprobado en esta ocasión: él mejor que ningún otro sabía que todo nuevo contexto en que se realiza el espectáculo comporta alteraciones en su estructura; la 'masque' se dirigía justamente a aquella corte, a aquel contexto histórico, pero bien es cierto que ya en su tiempo, aun cuando pudiera haberse representado de alguna manera en el espacio cerrado del Blackfriars a la luz de las antorchas, no habría tenido sentido a la luz del sol en el Globe. De la Tempestad de Strehler, de su celebración de la magia del teatro, ya se ha dicho tanto que quisiera limitarme a evocar el encanto de la liberación de Áriel —cuando, desenganchado del robusto cable que durante todo el espectáculo le había tenido precariamente suspendido de los ejes del palco escénico, da sus primeros pasos verdaderos, vuelto ya "libre a sus elementos", descendiendo entre el público, entre nosotros, mirándonos con ojos atónitos. La cuarta pared, el distanciamiento entre público y palco escénico que el espectáculo de corte había creado en primer lugar, se derrumba, como quería Shakespeare.
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